ORIENT EXPRES
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ABRIL, 2018
Os tengo muy abandonados. Lo sé y lo siento. Pero… Bah, sin excusas. Que os tengo muy abandonados. Y eso que hago cosas chulas que me gustaría contar por aquí. Hago fotos, claro. Leo libros, conozco fotógrafos. Y fotógrafas. Últimamente estas me interesan más. Veo exposiciones. Pocas. Menos de las que debiera, pero alguna veo. Y Orient Expres es la última que he visto. Se inauguró el 20 de abril y estará expuesta hasta el 25 de mayo. En EFTI.
La comisaria Miguel Oriola y en sus propias palabras:
“Cuando contemplas el mundo que te rodea y sientes los impulsos que hacen vibrar tu instinto liberador, que te alejan del racionalismo de las cosas, cuando la pasión y las vivencias son la base de tu propio lenguaje, y se convierten en la inmediación de tus propios deseos, es entonces cuando descubres que tu nombre es Klein, Nakahira, Moriyama o Petersen.
No podemos controlar cómo el espectador va a percibir nuestro trabajo, pero si podemos controlar que nada ni nadie, ni siquiera un pensamiento racional, desvirtúe nuestros impulsos, y nuestra propia visión.
La verdad debe ser descubierta, no construida.
(…)
Nuestro imaginario construido a través del aprendizaje y la experiencia, nos permite disfrutar del privilegio de una identidad visual, capaz de hacer que las fotografías, más que buscarlas, sucedan de forma natural, y esto es incontenible.”
La exposición reúne fotografías de tres artistas “orientales”: la japonesa Emi Anrakuji, Eden Lai de Taiwán y el filipino Brian Sergio. Los tres tienen en común el blanco y negro supercontrastado, la visión un tanto feísta de la vida y la obsesión por representar ésta mezclando belleza y sordidez, delicadeza y brutalidad, personas y su entorno, a veces de una manera muy fotoperiodística, tomando distancia y otras de un modo mucho más íntimo.
Los tres artistas presentan un buen puñado de obras con las que evidentemente no te vas a hacer ni siquiera una somera idea de lo que se cuece en la fotografía asiática, ni siquiera de su propia obra pues los tres son bastante prolíficos, pero sí que es una magnífica oportunidad para “entrar” en un tipo de foto a veces difícil, a veces incluso desagradable pero SIEMPRE fascinante. Merece mucho la pena, la verdad.